jueves, 22 de septiembre de 2016

Proyecto educativo popular: Anarquismo y Socialismo.

El presente documento explica como la educación de las organizaciones obreras surgen por la cooperación de sus miembros, la poca preocupación estatal y la idea de auto-educarse con fines políticos. Del mismo modo, se instituyeron para entregar una educación popular con conciencia de clase, principios emancipadores y reivindicativos. Entre los proyectos se destacan las corrientes anarquistas y socialistas. No obstante, ambos fracasaran en el tiempo debido a la represión política y las circunstancias históricas del momento.
El proyecto educativo anarquista se caracterizó por ser anti-sistémico y rupturista con el Estado-Iglesia: “servir de propaganda ideológica y trinchera desde la cual se atacaba a Dios, a la patria, al clero, a la burguesía y a las fuerzas armadas” (Serrano, 2010, p. 321). A través de este principio, este proyecto apuntó el desarrollo de la escritura (difusión de periódicos) entregándole un carácter independizaste. Asimismo, se fueron desarrollando representaciones teatrales y conferencias con el fin de sociabilizar el conocimiento y el adoctrinamiento político. El fuerte rechazo a la educación tradicional no solo era en cuanto a materia, sino también al método de aprendizaje repetitivo y la relación jerárquica alumno-profesor, la cual incentivaba la disciplina y el miedo. Todos estos planteamientos fueron expuestos por primeramente por Francisco Ferrer y más tarde por la Federación Obrera Chilena (FOCH), quien recogerá estas experiencias para elaborar su propio proyecto.
El proyecto educativo socialista, propuesto por Luis Emilio Recabarren, pretendía una transformación social a partir de un disciplinamiento moral (de carácter laicista) a los obreros. Esto se debía a que se creía que los vicios son los que impiden la concientización de la clase, siendo la ignorancia y la religión la más peligrosa. La función de la prensa consistía en una doble arma, por un lado concientizar al lector y por otro convertirlo en un “arma de instrucción”.
Este tipo de educación tuvo dos etapas muy marcadas: La primera, desarrollada a través de las mutuales y mancomunales fomentaba “la autogestión de la educación obrera como una forma de subsanar no solo las falencias de la cobertura pública, sino las además la insuficiencia de la labor alfabetizadora” (Serrano, 2010, p. 333). Es decir, hace una crítica a la educación estatal, pues la considera ineficiente además, de nacionalista y militarista. La segunda etapa nace con la promulgación de la ley de instrucción primaria obligatoria, pues la FOCH critica esta ley por no contemplar los servicios sociales, ser centralista y no considerar la opinión de los educadores. Asimismo, promueve una autoeducación “laica, racionalista, social, teórica y práctica” (Serrano, 2010, p. 338).
 A pesar de todos los esfuerzos, la instrucción popular tuvo poca proyección en el tiempo, debido fundamentalmente a que solo eran experiencias individuales y no pretendían reemplazar la educación estatal y recibió una fuerte represión por parte del estado.

Bibliografía

·       Serrano, S., Ponce de León, M. y Rengifo, F. (2012) Historia de la Educación en Chile (1810-2010) Tomo II. Santiago: Editorial Taurus.


Cristian Guzmán Suazo
Profesor de Historía y Geografía
Magister en Historia
UdeC

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