domingo, 8 de mayo de 2016

Construcción y ordenamiento político-económico y territorial del Chile en el siglo XIX

Luis Ortega interpreta la organización de la república en Chile desde 1830 a 1889, la cual consiste en que existieron intentos del gobierno por ordenar el país territorial y económicamente. No obstante, su objetivo primario fue consolidar el poder político y en segunda medida económico, priorizando y consolidando la administración, el desarrollo de obras y una estabilización de las finanzas públicas, lo cual fue de la mano con un proceso de modernización en los transportes y comunicaciones.
En un comienzo, el régimen conservador no logró imponer un orden que dejara satisfecho las aspiraciones de todo el país. La adhesión a este bando solo fue sutil en los sectores alejados del eje Santiago-Valparaíso. Esto se debe fundamentalmente a la enorme extensión territorial, los recursos limitados, las comunicaciones lentas y sobre todo, la hostilidad de las provincias hacia los delegados gubernamentales[1]. Contrariamente de estas limitantes, el autor establece una periodización para explicar en mayor detalle cómo se va construyendo económica y territorialmente la patria.
El primer periodo, comprendido entre 1830-1850, se elabora un orden interior del país (provincial y territorial). A pesar de que los recursos humanos y financieros eran escasos, si hubo un extensión de dotaciones, sobretodo en la administración pública que creció considerablemente gracias a al prestigio internacional y la consolidación del poder conservador. Todo esto trajo como consecuencia el aumento del poder de sectores sociales locales y un repunte económico.  No obstante, aun persistió la mala distribución de las finanzas hacia las provincias, las cuales terminaron con conflictos contra el poder central.
El segundo periodo, establecido entre 1860-1889, se logra contrarrestar la sublevación, lo cual “le permitió al gobierno retomar la tarea, (…) de dar forma al territorio nacional y de crear condiciones para su administración aspirando a crecientes niveles de eficiencia” (Ortega, 2010, p. 147). Para ello, se inicia, con respaldo del estado, una política de expansión territorial hacia el norte (Tarapacá-Antofagasta) y al sur (La Araucanía), todo ello con fines económicos de carácter privado. Paralelamente, mientras las finanzas crecen, se moderniza el aparataje estatal con la creación de nuevos ministerios, modernización del transporte (ferrocarril) y comunicaciones (telégrafo).   
Para finalizar, el autor concluye que la construcción del estado partió con enormes dificultades, pero al mejorar la infraestructura territorial-administrativa, estimular el crecimiento económico y entregarlo a entes privados, la elite chilena liberal logró completar la tarea de conectar al país y administrarlo de manera eficiente.

Bibliografía
Ortega, L. (2010). La política, las finanzas públicas y la construcción territorial. Chile 183-1887. Ensayo de interpretación. Revista UNIVERSUM, N° 25.



[1] La rivalidad entre Santiago y las provincias durante la construcción del Estado en Chile proviene desde tiempos de la independencia. En este caso el autor solo se limita a declarar que el antagonismo proviene desde la instauración del “régimen portaliano”, el cual convirtió al país en una república centralizada. Esta temática, en conjunto con otras son trabajadas en mayor detalle por Historiadores como Gabriel Salazar y Armando Cartes. Véase en Salazar, G (2011), En nombre del Poder Contituyente, LOM. y Cartes, A (2010), Concepción contra "Chile". Consensos y tensiones regionales en la Patria Vieja (1808-1811), Centro de Estudios Bicentenario.

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