miércoles, 20 de abril de 2016

Construcción improvisada de la administración político-territorial chilena

Karina Arias es la encargada de investigar las estructuras administrativas  de la naciente nación chilena desde su reciente independencia en 1818 hasta la llegada del orden portaliano en 1833. En su informe, se explica que este proceso fue improvisado y muy precario debido fundamentalmente a la escasez de capital, modernización y conflictos regionalistas, los cuales terminaron por imponer unilateralmente un gobierno autoritario y centralizado que velara por el orden en vez de una eficiencia administrativa de corte liberal.
Desde la colonia hasta 1818, la organización política-territorial del país era de carácter horizontal, esto se explicaba por la existencia de instituciones comunales que tenían cierta autonomía, debido primordialmente a la herencia española. Por lo mismo, las autoridades locales eran reconocidas como organismos que apoyan al gobierno a nivel territorial. Frente a esta situación, las ciudades de Santiago, Coquimbo, Valparaiso y Concepción fueron considerados pueblos en un sentido comunal.
Si bien este sistema perduro durante tres siglos, en 1818 se determinó la centralización en torno a la figura de una autoridad y de paso, entregarle a Santiago el centro político-administrativo del naciente país. Este contexto traerá como efecto una lucha de los “gobiernos locales” hacia la nueva capital, por reivindicaciones económicas y políticas pero que no tendrán resultado alguno. A través de una serie de reformas, desde 1818 a 1830, poco a poco van desapareciendo “las instancias con poder resolutivo en los territorios y se cristaliza la estructura política y administrativa del país” (Arias, 2010, p. 50).
El efecto de esta acción centralizadora será una jerarquización de las funciones administrativas, en la cual el presidente es el responsable directo, que ejerce un mayor control sobre el territorio con ayuda de los intendentes y gobernadores. Asimismo, las municipalidades quedan subdelegadas a funciones de representación de interés local, pues no cuentan con los recursos para ejecutar mayores planes[1]. Así, la construcción del estado de Chile lográ el orden, la seguridad y un disciplinamiento administrativo. Pero, en consecuencia, el país no prioriza el desarrollo de una diversidad de funciones y no incentiva el financiamiento de los recursos a las provincias. Todo ello derivará en una mala distribución de los ingresos, vicios, etc.

Bibliografía
Salazar, G (2011), En nombre del Poder Contituyente, LOM
Arias, K. (2010). Revisión de las estructuras político-administrativas territoriales en el Chile del siglo XIX Revista UNIVERSUM, N° 25.



[1] Gabriel Salazar contrariando a la Historiografía nacional, señala que en realidad fueron los “boicots” constante de la oligarquía Santiaguina las que terminaron perjudicando el surgimiento de un estado constituyente y permitiendo el surgimiento del “garrote portaliano”. (Salazar, 2011, pp. 33-52)
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lunes, 18 de abril de 2016

Descolonización del indigena

¿Qué es el indio? ¿Cómo se construyó su identidad? A través de este cuestionamiento, el autor critica como se ha llevado a cabo la conceptualización de lo que se entiende por “indígena” o “indio”, término que a su juicio ha sido elaborado erróneamente. Mediante un análisis histórico, hace un recorrido por encontrar la esencia de este concepto. Después de pasar por indicadores biológicos, lingüísticos, sicológicos y culturales, el autor concluye que este sujeto social no puede ser analizado por criterios particulares e individuales, pues el intentar incorporar todas las características lo convierte en un ser indescifrable. Sin embargo, a través de un análisis antropológico, el autor comprende que hablar del “indio” o “indígena” es una construcción social realizada por los conquistadores:
Antes del descubrimiento europeo la población del Continente Americano estaba formada por una gran cantidad de sociedades diferentes, cada una con su propia identidad […] No habían ‘indios’ ni concepto alguno que calificara de manera uniforme a toda la población del continente” (Bonfil, 1972, 111)
          Asimismo, el autor confirma que los españoles, en su objetivo por dominar y colonizar a la población prehispánica, los definen como “indios”, los cual expresa un profundo sentido de diferenciarse del conquistador, ubicarse por debajo de este y someterlo a sus intereses: la explotación. Dicho en palabras del autor: “el mundo euroamericano es […] bipolar. El orden jerárquico admite aquí sólo dos instancias; el colonizador y el colonizado” (Bonfil, 1972, 111). El resultado de esta acción cultural, no solo es un proceso de aculturación del habitante prehispánico, sino también anula que este se conforme como cultura autónoma. Es decir, Al ser tratados sin distinción, el indio se transforma en una entidad supraétnica.
          Para finalizar, es necesario señalar que la idea colonial del indio aun ha persistido en la sociedad actual, vale decir la concepción de que debe ser dominado y/o “civilizado”, de ser el ser “diferente”. En este punto, el autor problematiza sobre el hecho de que estas relaciones coloniales están en desacuerdo con los modos de producción capitalista, al cual concluye que es solo son un efecto más de este tipo de dominación. Vale decir, no existen relaciones fronterizas comerciales, sino que persiste el “ideario colonial”. Frente a esta problemática el autor reflexiona señalando que solo eliminando la “condición colonial de indio” es posible hablar de una verdadera autonomía:
“La quiebra del orden colonial- significa la desaparición del indio; pero la desaparición del indio no implica la supresión de las entidades étnicas, sino al contrario: abre la posibilidad para que vuelvan a tomar en sus manos el hilo de su historia” (Bonfil, 1972, 123)  


 “el concepto de indio en América: Una categoría de la situación colonial” Guillermo Bonfil Batalla