Karina Arias es
la encargada de investigar las estructuras administrativas de la naciente nación chilena desde su
reciente independencia en 1818 hasta la llegada del orden portaliano en 1833.
En su informe, se explica que este proceso fue improvisado y muy precario
debido fundamentalmente a la escasez de capital, modernización y conflictos
regionalistas, los cuales terminaron por imponer unilateralmente un gobierno
autoritario y centralizado que velara por el orden en vez de una eficiencia
administrativa de corte liberal.
Desde la colonia hasta 1818, la organización política-territorial del
país era de carácter horizontal, esto se explicaba por la existencia de
instituciones comunales que tenían cierta autonomía, debido primordialmente a
la herencia española. Por lo mismo, las autoridades locales eran reconocidas
como organismos que apoyan al gobierno a nivel territorial. Frente a esta
situación, las ciudades de Santiago, Coquimbo, Valparaiso y Concepción fueron considerados
pueblos en un sentido comunal.
Si bien este sistema perduro durante tres siglos, en 1818 se determinó
la centralización en torno a la figura de una autoridad y de paso, entregarle a
Santiago el centro político-administrativo del naciente país. Este contexto
traerá como efecto una lucha de los “gobiernos locales” hacia la nueva capital,
por reivindicaciones económicas y políticas pero que no tendrán resultado
alguno. A través de una serie de reformas, desde 1818 a 1830, poco a poco van
desapareciendo “las instancias con poder resolutivo en los territorios y se
cristaliza la estructura política y administrativa del país” (Arias, 2010, p.
50).
El efecto de esta acción centralizadora será una jerarquización de las
funciones administrativas, en la cual el presidente es el responsable directo,
que ejerce un mayor control sobre el territorio con ayuda de los intendentes y
gobernadores. Asimismo, las municipalidades quedan subdelegadas a funciones de
representación de interés local, pues no cuentan con los recursos para ejecutar
mayores planes[1].
Así, la construcción del estado de Chile lográ el orden, la seguridad y un
disciplinamiento administrativo. Pero, en consecuencia, el país no prioriza el
desarrollo de una diversidad de funciones y no incentiva el financiamiento de
los recursos a las provincias. Todo ello derivará en una mala distribución de
los ingresos, vicios, etc.
Bibliografía
Salazar, G
(2011), En nombre del Poder Contituyente,
LOM
Arias, K.
(2010). Revisión de las estructuras político-administrativas territoriales en
el Chile del siglo XIX Revista UNIVERSUM,
N° 25.
[1] Gabriel Salazar contrariando a la Historiografía nacional, señala
que en realidad fueron los “boicots” constante de la oligarquía Santiaguina las
que terminaron perjudicando el surgimiento de un estado constituyente y
permitiendo el surgimiento del “garrote portaliano”. (Salazar, 2011, pp. 33-52)
497